DETROIT - Casi una década después de la quiebra y el rescate financiero (con respaldo del gobierno federal), General Motors se convierte nuevamente en un “futbol político” tras el anuncio del potencial cierre de hasta cuatro plantas en Estados Unidos, más otra en Canadá, con lo que podrían resultar afectados miles de trabajadores estadounidenses.
GM no necesitaba hacer el anuncio en este momento. Pudo haber esperado a negociar el destino de las plantas de Estados Unidos el próximo año, durante la negociación colectiva con el UAW, lo cual debe hacerse contractualmente para cerrar una planta.
Entonces, ¿por qué ahora? ¿Por qué darles municiones al presidente Donald Trump y otros para criticar al fabricante automotriz?
Más allá del recorte de costos y de referirse a la subutilización de las plantas, GM está enviando un mensaje al sindicato United Automobile Workers (UAW) y sus bases con miras a las negociaciones colectivas en 2019.
Si bien las negociaciones arrancan oficialmente el año entrante, ambas partes han formado sus equipos negociadores, cuyos miembros están discutiendo en qué enfocarse durante las pláticas. Como es habitual, muchos miembros del UAW quieren más: más aumentos salariales, más reparto de utilidades, más de todo.
Con la decisión reciente de poner fin el año próximo a la producción en las plantas, no dándoles ningún nuevo producto, GM está intentando administrar las expectativos de los afiliados al UAW.
La compañía está cambiando la narrativa: de miembros que quieren más a miembros que potencialmente solo desean conservar los empleos y las plantas.
Se trata de un movimiento osado con muchas consecuencias y riesgos, ya calculados por GM.
De hecho, el anuncio podría ser una especie de “no hay mal que por bien no venga” para los líderes del UAW, quienes están librando una batalla interna con sus afiliados luego de un escándalo de corrupción a nivel federal.
“Hay mucho en juego en el frente del equipo negociador para el próximo año”, aseguró Kristin Dziczek, vicepresidente de industria, empleo y economía en el Center for Automotive Research. “Esto podría realmente ayudar a la membresía a enfocarse en los empleos y la supervivencia, en lugar de en obtener más y más y más en términos de alzas salariales, prestaciones y bonos”.
Si los líderes sindicales logran conservar una o incluso dos plantas, podrían ser vistos como héroes, en vez de como peones de la empresa, según la descripción de los fiscales federales en relación con varios líderes recientes del UAW.
Pero si se conserva alguna de las plantas, los miembros del sindicato deberían leer la letra pequeña del contrato. Es previsible que GM exija prácticas laborales no tradicionales, como un aumento en el número de trabajadores temporales, subcontratados o contratados por medio de terceros (outsourcing).
El UAW ya abrió la puerta a semejantes prácticas en Orion Assembly, en los suburbios de Detroit, con un memorando de entendimiento de vehículos autónomos que permite a la empresa automotriz ofrecer salarios y prestaciones más bajos para algunos empleos.
La realidad es que GM tiene demasiadas plantas, así como costos heredados que siguen siendo inaceptables, y no ve solo en el estampado de metales una oportunidad para el crecimiento y las utilidades a largo plazo. La empresa quiere probablemente cerrar las plantas, pero podría ser persuadida de cambiar de opinión bajo las circunstancias adecuadas.
Las negociaciones colectivas entre el UAW y los fabricantes de autos de Detroit es un juego de ajedrez dramatizado. GM simplemente levantó el telón con un movimiento osado para escenificar el siguiente año de negociaciones.